Capitulo 1. La Mañana del nuevo día

Pensó en sí mismo

Y luego pensó en Twissell, el gran Twissell, quien también había roto las reglas de la Eternidad.

Era como si siempre hubiera sabido que la Eternidad no era más que eso. ¿Por qué, si no, había querido destruirla? Sin embargo, nunca quiso confesarse aquella verdad. Hasta entonces nunca había mirado la verdad cara a cara.

Y ahora contemplaba a la Eternidad como una masa de morbosas psicosis, un pozo maligno de motivos anormales, unas vidas desesperadas arrancadas brutalmente de su curso normal.
Miró a Noys sin expresión.

Ella dijo suavemente:

—¿Lo comprendes ahora? Ven a la entrada de la cueva conmigo, Andrew.

Él la siguió, hipnotizado, deslumbrado por la completa claridad con que ahora veía la situación. Su pistola se apartó de la línea que apuntaba al corazón de Noys.
Las primeras luces del alba ahuyentaban a la noche y la gran cabina en el exterior de la cueva era una sombra opresiva contra la claridad matinal. Sus contornos aparecían confusos y borrosos bajo el protector.

Noys dijo:

—Ésta es la Tierra. No el eterno hogar de la Humanidad, sino el punto de partida de una infinita aventura. Todo lo que has de hacer para conseguirlo es tomar tu decisión. Es sólo tuya. Tú, yo y el contenido de esa cueva estaremos protegidos por un campo de fisio-tiempo contra el Cambio. Cooper y su mensaje desaparecerán. La Eternidad desaparecerá junto con la Realidad de mi Siglo, pero nosotros nos quedaremos para tener hijos y nietos, y la Humanidad permanecerá para llegar hasta las Estrellas.

Él se volvió para mirarla, y ella le sonrió. Era la Noys de siempre, y su propio corazón latía como antes.

Ni siquiera se dio cuenta de que su decisión estaba tomada, hasta que la grisácea claridad lo invadió todo, cuando desapareció la sombra de la cabina.

Con aquella desaparición, comprendió Harlan, mientras Noys se acercaba lentamente hacia sus brazos, había llegado el fin de la Eternidad ...

...Y el comienzo del Infinito.




A la mañana siguiente a Harlan le asaltaron una infinidad de recuerdos. La noche había sido magnifica al lado de Noys. Aunque ya habían estado juntos esto parecía el comienzo de una relación  y así lo entendía él. Lo claro que lo tenía la noche anterior se vio enturbiado por varias pesadillas a lo largo de la noche. Sus dudas sobre hacer desaparecer la eternidad no habían cesado aunque hubiera tomado dicho camino. Cuando acompaño a Noys al interior de la cueva su sufrimiento parecía calmado, pero la noche no trajo la tranquilidad esperada.

Soñó con la desaparición de la gran cabina, los tubos de la Eternidad, el Programador Twissell, y todo aquello en lo que había confiado durante los últimos 18 años. Pensaba en las palabras de Noys “nosotros nos quedaremos para tener hijos y nietos, y la Humanidad permanecerá para llegar hasta las Estrellas”. Era increíble ese pensamiento, él un Eterno siendo padre y abuelo. Miró a Noys que se encontraba tumbada en una especie de colchón situado en un lateral de la cueva. Pensó en la decisión de la noche anterior y aparecieron ciertos recuerdos.

¿Había sido demasiado impulsivo? Se preguntaba Harlan, pero la decisión ya estaba tomada. Solo el destino les diría si fue acertado o no.

—Buenos días Harlan —dijo Noys. ¿Has descansado bien cariño?

Harlan pensaba en esta última palabra, cariño. Se acerco a Noys y la beso en los labios. Esta rodeo a Harlan y lo estrecho contra su pecho tirándole de nuevo a la cama. Tras un  romántico e idílico tiempo retozando juntos consiguieron levantarse y tomar algo de desayuno. La noche anterior solo habían conseguido descargar todos los enseres de la esfera y no habían realizado ningún tipo de inspección. Era el momento.

Noys saco una pequeña libreta y fue apuntando aquello que Harlan fue indicándole que contenía cada una de las cajas que habían trasladado a la cueva. Parecía que con un poco de suerte podrían estar varias semanas sin salir de allí.

—Cuanto tiempo podemos permanecer aquí con los víveres que tenemos Harlan —dijo Noys.

—Creo que podemos estar casi un mes sin salir a la superficie —contesto Harlan, será suficiente para poder irnos acostumbrando a nuestra nueva vida y poder aclimatarnos a nuestro nuevo entorno. El protocolo en este caso indica que pasemos el mayor tiempo posible sin interactuar con la población primitiva, pero con la desaparición de la Eternidad un mes creo que será suficiente.

Noys observó como Harlan entrecerraba los ojos al pronunciar el fin de la Eternidad. Comprendía que un Eterno tendría que echar de menos el mundo que solo había conocido. El cambio repentino es su vida no podía venir de la noche a la mañana. Ella llevaba años preparada y aun así le parecía extraño, aunque había disimulado, le había sido difícil conciliar el sueño. Estar entre los brazos de Harlan había ayudado pero aun así pensaba en la dificultad de la misión en la que se habían embarcados.

—¿En qué piensas Noys? —dijo Harlan

—En lo feliz que estoy de tenerte a mi lado —mintió Noys

—Gracias Noys, se que va  a ser difícil empezar una nueva vida, pero tener nuestro apoyo será fundamental. Quiero enseñarte una cosa.

Noys se encaminó a donde estaba Harlan que desplegaba un mapa sobre la mesa que habían conseguido montar con las cajas que habían dejado en la cueva. Harlan estudiaba el plano que tenía delante hasta que dijo:

—Creó que estamos por esta zona boscosa y de roca que se llama Yosemite. Cuando preparamos el salto con la esfera, introdujimos las coordenadas cercanas a este enclave. Es una zona poco poblada y la dirección que Cooper puso en la revista es de un apartado postal de San Francisco. Estamos a unos 300 km de distancia pero lo suficientemente lejos para no levantar sospecha. El modo de ponernos en contacto con él era poniendo una carta desde el despacho de correos del Condado de Mariposa a unas horas andando.

—Pero levantaríamos sospecha en un pueblo tan pequeño —dijo Noys.

—Aquí viene la utilización de la información que tenemos de los siglos primitivos. En las revistas indican un crecimiento en la zona del turismo. Parece ser que es una especie de retiro para que las familias pasen unos días divertidos, en compañía de sus seres queridos. Esto indica que hay bastante trasiego de gente nueva y por lo tanto pasaremos bastante desapercibidos.

—Que listos sois, lo teníais todo pensado —dijo Noys. No se os escapaba nada. Sonrió mientras besaba a Harlan. Miro con detenimiento el mapa y observó lo que le había contado. Y ¿Cuál es el plan?

—Todavía es temprano para desarrollarlo, pero tengo una pequeña idea. ¿Quieres que te la cuente? —dijo Harlan

—Claro que si — respondió Noys.

Entonces Harlan empezó a desarrollar su plan.

—Creo que lo más sensato es estar varias semanas en esta cueva protegidos por el Campo Temporal. No sabemos todavía los efectos de la destrucción de la Eternidad y no querría que nos afectar. Noys movió la cabeza en forma afirmativa. Durante ese tiempo tendremos que informarnos todo lo posible sobre esta zona, sus costumbres por su puesto e intentar aprender el inglés de esta época. He traído unos microfilmes de finales del siglo 27 y eso nos ayudara. Durante este tiempo haremos ciertas excursiones de pocas horas para ir viendo como es el entorno, cruzarnos con gente e ir inspeccionando el terreno. Poco tiempo para no cometer ningún error que nos delate.

—De acuerdo —dijo Noys.

—Esas visitas serán cada vez de mayor tiempo, para ir sabiendo más de los primitivos. Cuando haya pasado dicho tiempo hemos de pensar en buscarnos una identidad. Tenemos la suerte de que en esta época se produjo una emigración hacia la costa oeste de población de la costa este, incluidos extranjeros que llegaban de más allá del océano atlántico. Hemos de perfilar lo que hemos sido hasta la época de hoy, esa será nuestra historia para el resto de los mortales. Así que hemos de escribirlo y aprenderlo para siempre. No puede haber dudas.

Noys volvió a asentir con la cabeza.

—Y que más, solo eso.

—Por ahora creo que está bien, el resto lo irá dictando el tiempo. Tendremos que buscar una casa, un trabajo, encontrar un  lugar donde podamos vivir y en un futuro pensar en formar una familia. Todo eso pensando que la vida nos sonría y nos mantenga juntos.

Noys se acerco a Harlan de forma cariñosa. Se sentó en sus rodillas y le abrazo con fuerza. Le beso susurrándole al oído lo feliz que estaba, que era la mejor elección que había realizado en su vida. Tomo la camiseta de Harlan y se la quito, besándole con pasión. Harlan estaba encantado con tanta muestra de amor por parte de Noys que hacía que olvidara todas sus malditas pesadillas.

Harlan se levanto y tomo en brazos a Noys, mañana sería otro día para seguir penando.

A la mañana siguiente la primera en levantarse fue Noys. Se puso a escribir en un cuadernillo de notas que encontró entre las cajas algunas ideas que se le habían ido ocurriendo durante la noche. No quería decírselo a Harlan, pero tenía algunas pesadillas derivadas de la acción que habían tomado hacía dos días. Tenía miedo de cual podría ser su vida en este mundo primitivo, la vida en los Siglos Oscuros había sido esplendida y su vida infiltrada en el siglo 482 había sido magnifica. La sociedad liberal en la cual se había introducido le hizo vivir unos años maravillosos. La tecnología de aquellos siglos estaba muy por encima de lo que reflejaban las revistas que había visto a Harlan y eso la preocupaba. Le asaltaban muchas preguntas, pero ya no había marcha atrás. La Eternidad se había acabado y era el momento de mirar solo hacía delante.

Le preocupaba la vida que pudiera llevar al lado de Harlan, como se comportaría la sociedad que encontraran con ellos y como se adaptarían a los nuevos tiempos. Nunca pensó en ser madre, en su siglo solo una de cada cien podía serlo. La masificación del planeta era tal que tenía que tener un decrecimiento drástico de la natalidad. Las reservas se estaban agotando y la calidad de la vida empeoraba.

En ese momento Noys se levantó y empezó a observar los mapas que Harlan había traído consigo en la esfera. Empezó a curiosearlos deteniéndose en uno de ellos. Tenía muchos colores y divisiones con trozos azules entre ellos.

—Es un mapamundi —dijo Harlan, besándola en la nuca.

—Me has asustado Harlan, ¿qué es un mapamundi?

—Es un documento donde aparece el contorno de la tierra dividido en los países políticos que en ese momento estaban reconocidos. Lo azul son mares y océanos. Cada color representa un país y así se diferencian unos de otros. Durante siglos los primitivos han luchado por mantener dicho territorio y aumentarlo, produciéndose conflictos bélicos entre ellos. Esto provocaba la muerte de primitivos en estas confrontaciones.

La cara de Noys era todo un poema, en su vida había oído que los humanos se matarán entre ellos. En el tiempo que ella llevaba de vida no había visto morir a nadie que no fuera por su edad, con lo cual le horrorizaba lo que estaba oyendo.

—Los primitivos llevan batallando desde el inicio de la humanidad. Es su forma de desarrollarse, de crecer, de mejorar y llevan así siglos y siglos. Muchos de sus adelantos tecnológicos han venido producidos por guerras —continuo Harlan. Si no estoy mal informado y según el año al que hemos llegado, queda poco tiempo para que se produzca una de las mayores guerras que el Mundo soporto durante su tiempo de existencia. Esa era una de las ventajas de la Eternidad, la violencia había sido erradicada, las guerras, los conflictos armados, el terrorismo, palabras que en esta sociedad están bastante arraigadas.

Noys desprendió unas lágrimas por sus ojos. La dureza de las palabras de Harlan le había encogido el corazón. No paraba de pensar en la muerte de seres humanos solo por colorear un poco más de terreno. Los brazos de Harlan la consolaron durante un tiempo, hasta que el apetito les gruñía desde sus tripas y pensaron en tomar un buen desayuno.

Buscaron entre las cajas para tomar algo distinto al día anterior. Unos sobres con polvos indicaban que era zumo de naranja. El agua haría el resto. Lo acompañaron de unas lonchas de un sabor delicioso que ninguno de los dos habían probado antes. Entonces Harlan dijo:

—Voy a contarte mi historia. Me llamo Andrew Harlan nacido el 1 de Febrero de 1900 en Dublín, Irlanda. Durante mi infancia mi familia se vio abocada a salir de la ciudad e irse al campo. El asunto bélico con los ingleses no interesaba a mis padres y por lo tanto la lejanía de la ciudad ayudaría a llevar una vida tranquila. El lugar elegido una pedanía desconocida cerca de la ciudad de Cork. Desde pequeño me interesaba el mundo antiguo, pero las deficiencias económicas de mi familia no me permitieron estudiar. El párroco de la iglesia me ayudo con ciertos libros y el maestro de la escuela me fue instruyendo en los episodios de nuestros ancestros. La suerte vino de cara cuando cumplí un cuarto de siglo. Un amigo del párroco buscaba una persona que se hiciera cargo de la biblioteca de la Queen´s Colleges de Cork donde había impartido clase el famoso George Boole padre de la Ciencia de la Computación. EL trabajo tenía una dura prueba y muchos competidores, pero me preparé a conciencia. Lo que los estudios no me habían dado, mi esfuerzo lo consiguió. Gracias a la ayuda del párroco pude visitar la biblioteca y familiarizarme con su funcionamiento. Una vez obtenido el puesto de trabajo me traslade a vivir a dicha ciudad. El trabajo ocupo los siguientes años de mi vida, devorando todo libro que recogiera historias de la humanidad. Una mañana fría que iba de camino al trabajo apareciste tú en mi vida.  Iba en mi bicicleta camino de la biblioteca, con el terreno helado y de repente una joven resbaló y cayó al suelo esparciendo la cesta de croissants que llevaba. Deje la bicicleta y la ayude, el flechazo fue instantáneo por mi parte. Con el tiempo comprobé que por ella también había sido. Trabajaba en una panadería de los alrededores de la universidad y llevaba dicha cesta a la cafetería del Rectorado. Se produjo una herida en su rodilla, la cual curamos amablemente en las dependencias de la biblioteca.  El tiempo hizo el resto casándonos a finales del verano del año 1930. La llegada a América fue como consecuencia de la situación política en Irlanda, unido a una crisis económica importante que termino con mi despido de la biblioteca. Con los ahorros de estos años tomamos un pasaje directo a New York y de ahí hemos llegado hasta aquí.

Noys estaba totalmente emocionada. De nuevo unas lagrimitas se le escapaban de sus ojos.

—¿Qué te parece?

Noys no sabía que decir. Pero al final contesto.

—Ahora tendrás que inventarte mi vida, sería incapaz de saber todo lo que tú sabes y además que coincidiera con la tuya. Harlan has realizado un magnífico trabajo y tienes que continuarlo dándome una nueva vida.

Harlan saco las revistas primitivas que había traído a escondidas sin que Twissell, quería recordar algunas historias que tenía olvidadas. Así podría buscar una identidad creíble para Noys. Esta se puso detrás de Harlan abrazándole mientras este observaba las fotografías y artículos que tenía delante de él. Pasaba las hojas como si se las supiera de menoría, anotando en una pequeña libreta ciertos garabatos. Dejaba y cogía nuevas revistas de la caja, alguna de las cuales casi no miraba. Con ello fue confeccionando un pequeño esquema que supondría la vida de Noys.

Estaba impaciente. De vez en cuando preguntaba, obteniendo siempre la misma respuesta “ten paciencia, queda poco”. Ella le besaba de vez en cuando y le abrazaba con fuerza. Quería estrujarle entre sus brazos, no dejarle escapar. Pensaba que si alguien supiera que entre los dos se llevaban más de cien mil siglos  o lo que es lo mismo diez millones de años, se moriría del susto. Pero en la Eternidad la realidad era eso, y para un Eterno esas cifras no le asustaban. Parecía que Harlan había terminado con sus garabatos y de repente dijo:

—¿Tu sabes de matemáticas? —dijo Harlan

—Lo básico que se estudia en el colegio, las ecuaciones de Mallansohn y Lefebre en su estado inicial, que dieron como consecuencia al Campo Temporal y los Fundamentos de la Eternidad —conntesto Noys.

—Pues entonces siéntate, haber que te parece lo que te voy a contar.

Noys Lambert nacida el 10 de Junio de 1905 en Little Island en el Condado de Cork. Paso su infancia en dicho lugar hasta que una enfermedad de su padre les hizo trasladarse a la ciudad. Su padre encontró trabajo en la industria pesquera y su madre ayudaba sirviendo en la casa de Alice Boole.
—Anda Harlan esa mujer me recuerda al Algebra de Boole —dijo Noys.

Harlan continúo con su relato. Noys fue una niña interesada en los estudios y rápidamente llamo la atención de Alice, la cual trabajaba de profesora en la Universidad de Cork. La tomó como alumna y termino sus estudios de Ciencias. Durante sus últimos años colaboró en la economía familiar trabajando en una panadería antes de ir a la facultad. Un día de invierno según iba a entregar una cesta al rectorado de la Universidad tropezó con el hielo y se cayó. Fue atendida amablemente por el bibliotecario de la universidad que acabo siendo su marido. Con los ahorros de toda su vida buscaron el sueño americano. Con sus estudios no conseguía un trabajo acorde a sus capacidades, debido en gran parte a la crisis que tenía en esos momentos Irlanda. Alice le dio una carta de recomendación para las Universidades de Stanford o Berkeley, las cuales se encontraban en la zona de la Bahía de San Francisco donde había un movimiento intelectual importante.

Noys se levantó y beso a Harlan.

—Ya tenemos una vida para comenzar a vivir, ahora esperemos que sepamos aprovecharla.


Volvió a besar a Harlan, era el comienzo de un futuro.

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